Prefiero fracasar en la cancha antes que ver el juego desde los bleachers.

Hace varias semanas, una persona cercana me comentó sobre un proyecto personal que quería lanzar. Sin embargo, algunas cosas lo tenían frenado. Por un lado, no tenía seguridad de que era lo suficientemente bueno para ejecutarlo y, por otro, temía que su propuesta no tuviera buena receptividad. Que a la gente no le interesara el servicio o su contenido o, peor aún, que lo criticaran.

Cuántos de nosotros hemos pasado por ahí? Cuántos de nosotros hemos dejado de hacer cosas por temor a ser juzgados?

Es parte de nuestra naturaleza evitar ponernos en posiciones vulnerables. Lo cómodo es mantenernos low key, siempre por debajo del radar sin llamar mucho la atención, pasando desapercibidos sin que nadie nos apunte con el dedo.

Para lograr grandes cosas debemos estar expuestos y ponernos en posiciones vulnerables.

Todo aquel que quiera hacer una diferencia en algo tiene que sobresalir dentro de la multitud. Para sobresalir debemos estar expuestos. Mostrar nuestro trabajo, nuestros pensamientos y estar abiertos al rechazo, a las críticas y a la diferencia de opiniones.

También es importante reconocer que todos buscamos validación. Por más que queramos camuflajearlo diciendo “A mí no importa lo que nadie piense”; es mentira. Sí nos importa; estamos programados así.

No me importa lo que la mayoría piense. Me importa lo que algunas personas piensen.

Ese es un razonamiento más sincero. Buscar validación de todo el mundo es una manera poco autentica de vivir, y al mismo tiempo es la manera más fácil de ser insípidos y no hacer nada de mucha relevancia. En lo personal, me importa la opinión de mi familia, de mi mujer, de mis amigos cercanos, de mis socios y quienes forman parte de mi proyecto. De ahí en adelante, el que no simpatice con mis formas, que ruede durísimo. Prefiero causar un impacto y sumar un valor real a quienes se identifican con mi trabajo y forma de pensar, en lugar de caer en una posición tayota ante la gran mayoría.

De hecho, aveces el rechazo de un grupo es lo que mejor que nos puede pasar. De repente el panorama se aclara y sabemos cual es nuestro target y dónde concentrar los esfuerzos.

Me gusta ver el trabajo y los proyectos personales como un juego. El que juega pensando que solo va a ganar, está destinado a mucho sufrimiento y frustraciones. Hay que tirar el pleito y hacer todo para ganar, reconociendo que también vamos a perder, asumiendo esas pérdidas como oportunidades para mejorar nuestro juego. E incluso, si voy derrota tras derrota, prefiero estar jugando en el campo que sentado en los bleachers viendo como otros juegan.

Most people watch from the cheap seats, they won’t get in the arena.

Mientras escribo esto, me pongo en una posición vulnerable. Lo primero es que nadie me pidió que escribiera, y lo segundo es que no tengo ninguna garantía de que le agrade a nadie. Estoy expuesto a que me critiquen, que se retiren de mi newsletter, o incluso a que nadie lo lea. Aun así me atrevo a hacerlo apostando a que cause el impacto que yo quiero, y porque mi mamá me dice que yo escribo bien.

… Bien brother, pero qué le dijiste al pana tuyo?

Le dije que se lanzara, no hay nada que perder. Lo peor que puede ocurrir es que no se le dé como el esperaba. Pero incluso, de ser así, es muy probable que eso lo llevara a otra idea u otro ángulo que sí funcione. La única forma de saberlo es haciendo.

Basado en mi humilde experiencia, es bueno que sepas lo siguiente:

 1.    Tu primer trabajo probablemente sea un disparate. Mejora con el tiempo y sobre la marcha lo irás perfeccionando cada vez más. Yo veo mi trabajo de hace 10 años y lo primero que me llega a la cabeza es “Wow manito, y esa basura?”. Y la verdad es que no era malo, simplemente he ido evolucionando y mis estándares hoy son más altos. Probablemente ocurra lo mismo en otros 10 años cuando vea mi trabajo actual; de eso se trata. Y si eso no ocurre, mi preocupación es aún mayor porque quiere decir que no he evolucionado.

2.    Tú no eres tan importante, y la mayoría está muy ocupado con sus propios asuntos. Sufrimos de sobredimensionar la importancia que las personas le dan a lo que hacemos, y la verdad es que la mayoría está muy ocupada en sus propios asuntos. Cuando tu trabajo sea genial muchos lo notarán, pero cuando no sea muy bueno solo pasará por alto dentro del bombardeo de cosas que tenemos diariamente. El peor escenario no es tan trágico como nuestra mente nos hace creer.

3.    Si un grupo no simpatiza con tu trabajo, gran mierda! Mientras más rápido eso ocurra, mejor. Saber a quiénes sí le interesa y reconocer tu nicho te ahorrará mucho tiempo y energía. Total, hay personas que solo se dedican a criticar porque no tienen los cojones de hacer nada y mucho menos exponerse a ser criticados.

4.    Que no te frenen los haters; con el tiempo incluso sentirás pena por ellos. Solo detente un minuto a pensar qué está pasando por la cabeza de una persona que se detiene a hablar negativamente de ti o tu trabajo. Lo vemos cada minuto (literalmente) en las redes sociales, gente que dedica su tiempo a hacer comentarios negativos o criticar un post. Y con esto no quiero decir que todo tiene que agradarnos, pero una persona genuinamente feliz y sana de la cabeza cuando ve un post con el que no está de acuerdo o no le agrada, lo ignora, lo deja de seguir, o incluso lo debate de manera sana. Pero quien siente esa necesidad de descargar ira y negatividad en todas partes simplemente está sacando a la luz lo que tiene dentro.

5.    Si te lanzaste, ya ganaste. La mayoría inicia proyectos y los termina en su propia cabeza antes de ejecutarlos. Tener el valor de lanzarse en la candela y fajarse a trabajar ya es un triunfo independientemente del resultado.

Comúnmente relacionamos la palabra vulnerable con debilidad, pero es todo lo contrario - es de fuertes atreverse a ser vulnerables.

Po’ hablamo entonces!

 

Hamid Yaryura2 Comments