El camino más rápido hacia ninguna parte.

Todos en algún momento hemos pecado de compararnos con alguien más. Y dentro del espectro de las comparaciones, podemos irnos a extremos negativos como envidiar lo que alguien tiene, u otros casos con intenciones más sanas, pero igual de destructivas, en los que usamos a los demás como vara de medición de donde entendemos que deberíamos estar.

Queremos el éxito de alguien más.

Queremos el físico de alguien más.

Queremos la pareja de alguien más.

Queremos el carisma y popularidad de alguien más.

Queremos, queremos y queremos.

Las comparaciones no sirven para nada; salvo para hacerte la vida miserable y destruirte poco a poco.

Por cliché que se escuche, todos somos diferentes. Ni siquiera hermanos nacidos del mismo vientre, criados con las mismas condiciones y oportunidades, son iguales.

En mi área de trabajo es muy común escuchar personas quejarse de su físico o la velocidad con la que progresan, comparándose con otra persona.

Lo primero es que con quien se comparan tal vez no solo sea una persona que se sacó la lotería genéticamente, sino que probablemente también se trate de alguien sumamente disciplinado y con muchos años guayando la yuca en el gym. 

Es como entrar a tu primer trabajo como pasante y querer comparar tus beneficios con los del Gerente.

Por otro lado, esa misma persona con la cual comparas tu físico y en cierta forma envidias, quizá se compare contigo en otros aspectos y quisiera tener tu nivel de éxito, tu personalidad,  y un sinnúmero de cosas que tú das por sentado. 

The grass is always greener on the other side.

Nadie lo tiene todo. Cada quien tiene su talón de Aquiles. Incluso muchas de las figuras públicas y celebridades que tanto idolatramos, son quienes más inseguridades y vacíos existenciales tienen. 

Inspiración > Comparación.

Sin lugar a dudas podemos encontrar inspiración en alguien más. Como dicen los gringos: “Success leaves clues;” así que una de las mejores maneras de conseguir algo es replicar las pistas y el esfuerzo de quienes lo lograron de manera legítima.

De ahí viene la importancia de tener mentores. Un mentor no necesariamente es alguien con quien te codeas, sino una persona que te inspira, de la cual aprendes, con valores con los cuales te identificas.

La fórmula ganadora.

Definitivamente no vamos a tapar el sol con un dedo; cuando vemos a alguien tener lo que queremos, se nos despierta una serie de sensaciones que forman parte de nuestra programación. Lo que hace la diferencia es cómo reaccionemos ante eso.

No te compares. Inspírate.

En lugar de medirte con alguien más, mídete contigo mismo y procura cada día ser mejor que ayer.

Dejemos de perder tiempo y energías mirando lo más nuevo del vecino. Enfoquémonos en cada día ser una mejor versión de nosotros mismos, y poco a poco más cerca de donde queremos estar.

“Do not spoil what you have by desiring what you have not; remember that what you now have was once among the things you only hoped for”.

Hamid Yaryura